Cómo dar valor a la aceituna procedente del olivar tradicional

Pero antes de que cunda el pánico, es conveniente recordar que afortunadamente en el mercado de consumo no siempre se vende un producto en base a su precio, sino en función de otros muchos factores que determinan su adquisición.

Para ello se hace necesario reflexionar sobre qué otros factores influyen en la adquisición de un producto. En el caso de la aceituna de aderezo encontramos los aspectos nutricionales y saludables, donde la aceituna de alta calidad tiene mucho que aportar como alimento esencial de nuestra dieta mediterránea, avalado por innumerables estudios científicos que confirman sus propiedades beneficiosas.

Cuando una marca no se diferencia del resto, el precio suele ser la razón principal de su elección. De ahí que los superintensivos o la recolección meca- nizada se lleven el gato al agua. Por ello, hay que preguntarse qué atributos positivos de las aceitunas de aderezo la hacen única frente a los demás. Y estos aspectos hay que saber presentarlos al público objetivo para que un producto se vuelva atractivo y deseado en un segmento de mercado determinado que no tenga como condicionante principal el precio. Estas diferencias hay que convertirlas en ventajas competitivas evidentes, pero se hace necesario saber comunicarlas al consumidor. ¿Qué podríamos hacer? ¿Cómo podríamos transmitir estos valores añadidos al cliente final?

Para empezar, desde Viñaoliva tenemos puesto el foco en conseguir que el agricultor siga queriendo mantener su explotación. Sabemos lo que le cuesta y lo que necesita para seguir cultivando un olivar de manera tradicional, por tanto le damos valor a lo que ellos producen y a lo que ellos hacen buscando la mejor salida, tanto a nivel nacional como internacional. Transmitir a los mercados y al consumidor final que la aceituna de Tierra de Barros se recoge a mano y se transforma con un proceso tradicional para que adquiera ese valor añadido.

Por supuesto, hay mercados que saben valorar la forma que tenemos en Tierra de Barros de recoger la aceituna y nuestra calidad, principalmente por la implantación de nuestros sistemas de trazabilidad y de seguridad para el consumidor final, que nos ayudan a conocer la procedencia de esa aceituna y en definitiva saber lo que estamos comiendo.

Por otro lado, una familia que ha dedicado toda su vida a cuidar un olivar que pasa de generación en generación debe saber que las cooperativas están ahí para cuidarles y para ayudarles a que su producción sea lo más rentable posible tratando de la misma manera a toda la aceituna del grupo con el fin de tener volumen y concentrar la oferta y que ésta la tengamos principalmente nosotros.

Por lo tanto, debemos hacer especial ahínco en informar bien al consumidor final para que este pueda apreciar el fruto que está comiendo, el trabajo que conlleva y las personas que estamos detrás. Y cómo no, en dar transparencia y que el consumidor la sienta.

Sin duda, y a modo de conclusión, estamos peleando con una serie de factores que influyen en la propia comercialización pero hay que partir por valorar el trabajo del agricultor, ese tiempo que dedica desde bien temprano a pensar en su olivar, en cómo lo cuida, qué abono va a usar, si llueve, si no llueve, el no dormir por no saber si la cosecha va a salir adelante,... En definitiva, hay que darle mucho mérito a las personas que se dedican a día de hoy a trabajar la tierra como se trabaja en Extremadura y especialmente en Tierra de Barros. ¿Y cómo se lo podemos dar? Consumiendo más lo nuestro para que todo el mundo conozca cómo se produce, cómo se trabaja y hasta dónde podemos llegar los extremeños.

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