Opinión. '¿Por qué es necesario defender nuestra dignidad?'

 

Por resumir, las cuatro reivindicaciones sobre las que se apoya la convocatoria, que hará confluir en Madrid a las distintas columnas que proceden de diversos puntos del Estado español, son la renuncia al pago de la deuda ilegítima, el rechazo a los recortes impuestos por la Troika (Comisión Europea, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional), así como a los gobiernos cómplices que los aplican, y, cómo no, la garantía de un empleo digno.

De este modo, se podría afirmar que las reivindicaciones de los convocantes podrían ser asumidas por una mayoría amplia de la población, en tanto que los beneficios del austericidio son solo para unos cuantos (según la OCDE, los ingresos de los ricos en España se han mantenido más o menos estables durante los inicios de la crisis, mientras que los de los más pobres se han reducido un 14%). Empezando por los parados, y continuando con los que a día de hoy podemos ‘presumir’ de tener un trabajo cualificado por el que nos pagan un salario que no llega a los 1.000 euros, parece que gran parte de los españoles estaríamos llamados a la movilización.

Una movilización que debería servir para demostrar la repulsa del pueblo a las políticas que se han venido implementando en los últimos años, y que están respaldadas por la modificación, de un día para otro, del artículo 135 de la Constitución que perpetraron PSOE y PP antes de la marcha de Zapatero; pero que también debería estar orientada a frenar los futuros impulsos del actual Gobierno, que parece no cesar en la sustracción de los derechos y las libertades de los ciudadanos españoles.

En este sentido, merece la pena recordar la aprobación de la conocida como ‘Ley Mordaza’ (Ley de Seguridad Ciudadana), que convierte en delito algunos derechos que veíamos como inalienables; la reforma de la ley del aborto, con la que se hurta a las mujeres el derecho a decidir sobre su maternidad; así como otras amenazas que planean sobre los asalariados, dados los continuos llamamientos de las instituciones europeas y la propia CEOE para que el Gobierno vaya más allá con su reforma laboral, facilite aún más los despidos (lo cual resulta paradógico, cuando de lo que se trata es de crear empleos, no de destruirlos), y reduzca aún más los salarios. Todo ello, claro está, para ser más “competitivos”.  Una espiral que en opinión de expertos economistas nos podría llevar a convertirnos en “la China de Europa”.

Por todos estos motivos, se hace necesaria la participación de la ciudadanía española en una movilización que, lejos de servir a intereses partidistas-electoralistas, o a alimentar los egos de este o aquel  político, pretende otorgar sensación de poder al pueblo español, para que este sea tomando en serio cuando plantea que ya no está dispuesto a tragar con más humillaciones.

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